Ya en el colegio me encantaba el aula de música y como no sus clases, quizás mucho más que la de educación física como otros niños y no por vaga o porque no me gustara la clase de gimnasia, que me lo pasaba de escándalo, sino que me encantaba escuchar aquellas composiciones, saber de violines, pianos y trombones, de los juegos que nos hacían con las flautas, ese instrumento que media España o en su totalidad, sabe tocar o al menos se defiende con ella. Además era un hacha con ella (y no es por echarme flores...), era de las primeras en que el profesor Don Luis, sacaba a la palestra para tocar la nueva composición que tocaba para examen, eso sí, en grupo de tres pero que terminábamos, los de siempre, tocando solos. Eso me llevo un año después a dar clases de piano y a hoy en día, defenderme con él o al menos intentarlo...
Volviendo a mis años de instituto, la profesora de música de entonces y con algunos añitos ya a sus espaldas en ese centro, era Pinona (creo que aun sigue impartiendo clases en dicho instituto, ni es tan vieja ni yo tampoco...), una mujer que desprendía por los cuatros costados hasta por los poros (sin exagerar) su amor por la música. Creo que todos o casi todos en esos años de libertad en el instituto, hemos hecho pellas, campana, novillos, la huyona (este en Canarias... aunque yo lo llamaba en mi época fugarse), la capona, la rabona, la piarda... y una infinidad de nombres que se le pueden dar, a lo que era en sí, saltarte una clase. Puedo confesar y confieso, ahora que nadie me lee..., que hice muchas y variadas en mis años de instituto pero a la clase que NUNCA falte, y puedo decirlo más grande, en negrita y en cualquier idioma, fue a la suya. El motivo, puede ser múltiple y variado pero de lo que estoy segura es que uno de ellos es el siguiente que os voy a relatar o de lo que al menos me acuerdo...
En esa época, a mediados de los 90, en el Teatro Pérez Galdós de Las Palmas de Gran Canaria, se ofrecían conciertos tanto para colegios como para institutos (creo que sigue haciéndose...). Eran conciertos gratuitos a los que la Consejería de Educación de Canarias invitaba, no sé si a todos los institutos o, cada año, obsequiaba a algunos de los municipios de la isla con ello.
El caso es que, en el segundo trimestre de mi primer año en el instituto, esta invitación llego a manos de la jefatura de estudios, es decir, a las manos de la profesora Pinona. La consejería ofrecía dos conciertos basados en dos compositores: uno era Maurice Ravel y otro era Manuel de Falla.
En ese momento, la profesora nos dijo que tenía algo para nosotros pero que teníamos que elegir, la elección era entre los dos compositores. La verdad es que ninguno teníamos ni idea de "quienes eran esos de los que nos hablaba la profe" pero la cuestión era salir del centro si o si, nos gustara o no, en horas lectivas. Eso sí, la propuesta tenía sus pormenores, era que los dos días semanales en los que se impartía la clase teníamos que elegir estudiando a los dos compositores a base de los que nos enseñaba Pinona.
La primera semana nos tocó Maurice Ravel nos habló de su vida y obra. Nos hizo escuchar varias de sus composiciones y por último nos hizo ver y escuchar una de sus obras sublimes como es "El Bolero".
El vídeo no es exactamente el que nos mostró pero si muy parecido. Lo que si os puedo decir es que me puso la piel de gallina a lo igual que lo ha hecho este. En su momento, al ser la primera vez que lo escuchábamos, nos impacto y nos encantó, tanto es así, que se lo hicimos poner una segunda vez.
La siguiente semana le tocó el turno a Manuel de Falla. También nos habló de su vida y obra. A lo igual que con Ravel, nos hizo escuchar algunas de sus obras como Noches en los jardines de España, El sombrero de tres picos y alguna obra más. Lo que se dejó para el segundo día de clases fue su "as" bajo de la manga.
Nos citó en el salón de actos del instituto que era inmenso, nada más entrar al salón, ya teníamos la mosca detrás de la oreja. No hizo sentarnos lo más cerca del escenario posible. Una vez que estábamos todos calmados y sentados en nuestro sitio, no indico que tenía hoy sorpresa para todos e inclusive invitados. Los invitados eran alumnos de 2º de BUP que pertenecían a las clases de Teatro, una de las aulas optativas.
La verdad es que no sé el tiempo que tuvieron para preparar todo y desde cuando Pinona les había dicho que organizaran algo al respecto para ese día. Solo sé que se apagaron las luces, abrieron el telón, se encendieron los focos y comenzó a sonar....
Mientras sonaba y los alumnos, que ese día, se habían convertido en protagonista mudos de una obra mundialmente conocida menos para nosotros, ignorantes de la música que oíamos, lo que nuestros ojos percibían y los que nuestros oídos escuchaban, la voz de Pinona relantando algo así:
Historia de dos amantes imposibles,
de razas y leyes totalmente diferentes,
una historia como cualquier otra de mil amores,
pero con barreras e intransigencias insalvables.
El, payo, blanco como la leche que le amamantó,
ella, gitana, morenita, pelo negro acastañado,
se conocieron en la playa una noche de San Juan
una noche mágica, de bailes, hechizos y conjuros,
noche de Luna llena, de presagios y buenos augurios.
Hechicera ella, bailaba sobre brasas candentes,
como en trance mediúmnico estuviera toda la noche,
piruetas, cabriolas y volteretas, sin quemaduras en pieles,
mientras sus hermanos la rodeaban para no quemarse
más de lo debido, en partes demasiado sensibles.
Terminada su actuación echaba las cartas de la fortuna,
acercándose nuestro payo para leerle su futuro en la mano,
cogiéndosela ella con suma delicadeza, con un dedo siguiendo
las líneas de su palma y musitando un ritual mágico,
dándole créditos para un futuro de amores inesperado.
Concluida la sesión, el joven se despidió sin que le cobrara,
fijando su ojos de bruja hechicera en el payo extranjero,
saliendo este lomas arriba, por la arena paseando,
¡era Noche de San Juan, noche de enamorados!,
de brujas, magia y hechizos, pociones y conjuros.
Mientras tanto en sus oídos iba este conjuro retumbando;
soy tu bruja enamorada, no soy mala ni pendenciera,
soy la que va pisando brasas, a la que tienes turbada,
por ti suspiro y me quemo las entrañas de pasión y fuego,
por ti soy capaz de naufragar en las playas de tu morada.
No es el fragmento real, este se lo he cogido prestado a Emuletero del blog Emuletero Mis Poemas, pero se asemeja tanto que os recomiendo leerlo mientras suena la obra.
Así es como lo escuchamos todos en silencio que hasta los más rebeldes de la clase ese día quedaron en silencio. La voz de la profesora relatando la historia y los actores, aunque fueran por un día, convertidos en Candela y Carmelo, los protagonistas de El Amor Brujo de Manuel de Falla.
El final de todo, aplausos y más aplausos al unísono, que retumbaban en aquel gran salón. Se nos habían unido más gente entre ellos profesores y algún que otro alumno que estaba haciendo novillos vino a ver el gran "as" que tenía "la profe" bajo la manga.
¿Ya sabéis el concierto que fuimos a ver, no? Todos decidimos a cual ir sin pensarlo y decididos a escuchar en una gran sala como el Teatro Pérez Galdós, lo que nos había cautivado un viernes, a última hora...
Desde entonces los "amores brujos" me persiguen....
Hasta la próxima :)
1 comentario:
Dos compositores inigualables.
Si tuviera que elegir me quedaría con Falla
Saludos
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